lunes, 1 de agosto de 2016

Música y Erotismo

El erotismo no se circunscribe a una coreografía de gestos sexuales ni se limita al encuentro entre dos humanos. Es la disposición a ser algo más que uno mismo y a permitir que “lo otro” sea un “nosotros”. Nos sitúa en el deseo de  entregarnos y alcanzar así la completitud. Erótico es el estado en el que florece una planta y una persona logra conectarse con la vida sin prisa, sin miedo, pudiendo observar cómo se posa la luz sobre las cosas, sintiendo la caricia de una ráfaga o fascinándose en el tránsito de la nube. El estado erótico es un logro de la integración de nuestro cuerpo, mente y espíritu, por eso es el estado ideal para la creatividad.

Componer, interpretar y escuchar música son actos eróticos de naturaleza simultáneamente espiritual, intelectual y acústica. Al crear, el compositor experimenta con el sonido, juguetonamente prueba cómo reacciona al situarlo aquí o allá, al intensificarlo o hacerlo más sutil, al retardarlo o acelerarlo. El sonido le revela caminos que lo llevarán a completar una obra cuando la  considere acabada con entera satisfacción. El proceso creativo es –por lo general— la búsqueda del placer, del logro de vaciarse en el sonido y reconocerse en él al escuchar la propia creación.

El intérprete, por otro lado, tiene la labor de desentrañar, de hurgar en el íntimo sentido de una partitura para darle vida y sacar lo mejor de ella. Tiene que conocerla profundamente para lograr revelar el espíritu musical que le imprimió el creador. Por ello, entre  mayor comprensión intelectual y habilidad técnica tenga el ejecutante, mayor esplendor alcanzará su interpretación. Su trabajo puede ser vivido como una especie de enamoramiento, una obsesión por saber todo de ese discurso sonoro, y buscar y rebuscar en él hasta encontrarse a sí mismo, de tal manera que al ejecutar pone en concordancia dos esencias: la de la obra y la del intérprete.

A diferencia de las dos actividades anteriores, para escuchar no se necesita ningún conocimiento previo ni habilidad física desarrollada. La única condición es la de prestar atención y permitir que la sensibilidad florezca. Dejarse  seducir por Eros –como la princesa anatolia Psique– y permitir que el sonido entre en nosotros, anide en cada célula, excite la memoria y brote vida. Cada pieza tiene el poder de sincronizarnos con aquello que evoca, “nos rapta”, por eso es tan importante elegir qué vamos a escuchar y escucharlo también con la piel y las entrañas, con la mente compartida, con el alma. Solo así se logra esta peculiar plenitud, en la que música nos lleva a sentir, quizá nos haga recordar, que somos algo más que un “yo”, somos un “nosotros” vibrante.





[Versión original del artículo publicado por Liz Espinosa Terán en la Revista Cultural  Alternativas en Agosto de 2016]

viernes, 1 de julio de 2016

Libertad y cultura musical



Había una vez un hombre inmensamente rico
que vivió y murió con hambre y frío
porque su inconsciencia era aún más grande que su fortuna.


La cultura es el conjunto de respuestas que da una comunidad a las preguntas de la vida, desde ¿cómo me voy a alimentar? hasta ¿qué voy a hacer ante la muerte? De la cornucopia cultural mi fruto favorito es la música, en ella descubro varias de esas respuestas que me hago continuamente.

Muchas personas confunden las piezas musicales con un perrito faldero, creen que sirve para hacerles compañía y alegrarlos, pero francamente no creen que “Firulais” pueda responderles algo sensato a la hora de resolver una cuestión sentimental o intelectual. Viven como aquel pobre hombre rico.

Por lo general, no se encuentran esas respuestas en el arte sonoro porque no nos enseñan que podemos buscarlas allí. Lo que nos  imposibilita para cuestionarlo no es la ignorancia del solfeo, sino la inconsciencia sobre el poder de simbolizar y comunicar de la música. Música en el sentido más amplio de la palabra: a todo genero, estilo, de cualquier época o país.

Cada ejemplo musical es la manifestación sonora de la historia de un hombre que está inmerso en una sociedad y de lo que en ese momento piensa de la economía, de cómo debe ser ejercido el poder, de si cree en un Dios y cómo sería él, de lo que considera ético, lo que cree indispensable o superfluo, y lo que encuentra placentero o le parece bello. Cada pieza nos remite, si escuchamos con atención, a la pregunta que un ser humano le hizo algún día a la vida.

Desde esta perspectiva, la gran cantidad de obras ya creadas representa una gran variedad respuestas. Entre más diversas sean las fuentes de la música que escuchemos, más interesantes serán las respuestas que podamos encontrar. Si nos limitamos a escuchar lo que los medios masivos nos ponen enfrente, entonces únicamente obtendremos una visión de la vida circunscrita a los intereses comerciales de un grupúsculo.

Para escuchar la respuesta es necesario hacer algo que hoy día es una excentricidad: poner una tranquila atención a cada pieza. Trascender la inmediatez, la satisfacción pronta de la necesidad de entretenimiento y reflexionar sobre qué nos transmite eso que estamos escuchando. Imaginar una hermandad subjetiva con el autor, esa es la primera parte de la búsqueda. Para completarla es necesario encontrar quién es ese creador, cuál es su contexto, porqué compuso lo que compuso, qué pasaba en su vida, en su país: el artista y su circunstancia. El ejercicio termina cuando somos capaces de asociar nuestra historia con la historia de esa obra musical y responder  ¿Qué noticias me trae sobre mí mismo?


Buscar más allá de lo que nos ponen enfrente es un acto de consciencia y libertad, es disponer del patrimonio cultural, riqueza con la que sí contamos, para encontrar respuestas más adecuadas a la vida y satisfacer mejor nuestras necesidades.

[Versión original del articulo publicado por Liz Espinosa en el mes de Julio en la Revista Cultural Alternativas]

viernes, 3 de junio de 2016

La Vista a Mario

Más allá de ser un compositor, Mario Lavista es un explorador sonoro. Ha atravesado por las serendipias de la aleatoriedad y el uso posmoderno de citas musicales. Apostó también por la fecundidad de la improvisación en conjunto a través del grupo Quanta. Retó en su música de cámara a los instrumentos tradicionales, y a sus ejecutantes, para que emitieran sonidos innovadores con un sentido estético –cosa que intentan casi todos los compositores contemporáneos pero no siempre logran–. En 50 años de carrera ha logrado integrar la técnica tradicional occidental con sus hallazgos y producir obras interesantes, muchas de ellas dotadas de una personalidad tal que nos remiten sin dudar a su autoría.

Tejedor de historias, de artes y música, ha reescrito para coro y orquesta las aventuras del gigante Gargantúa (François Rabelais), ése que subido en el campanario de Nuestra Señora de París rebautizó con orina a la ciudad y a todo parisino descuidado que pasara por allí. Trasmutó a sonido la atmósfera que envolvía a Felipe ante el misterio inquietante de los ojos verdes de Aura (Carlos Fuentes).  Usó el piano para evocar a los 30 pájaros que se perciben como el Simurg y al Simurg percibiéndose como cada uno de ellos y todos ellos, acorde al Manual de Zoología Fantástica de Jorge Luis Borges. Creó con su pieza para flauta y piano Las bailarinas de Degas, lo que yo imagino un complemento sonoro, ya inseparable, de los cuadros del pintor impresionista.

Si uno analiza su biografía verá que ha tenido la inteligencia de estar en el momento  y en el lugar adecuado para poder nadar en la corriente principal de la creación musical del S. XX: el Taller de Composición del Conservatorio Nacional en los sesenta y poco después en París como discípulo de Jean-Étienne Marie y Henri Pousseur; así como en los Cursos Internacionales de Música Contemporánea en Darmstadt. Ese joven Mario pasó de ser el discípulo de Carlos Chávez y de Karlheinz Stockhausen, al maestro de Gabriela Ortiz, Ana Lara, Ramón Montes de Oca y Juan Fernando Durán. Finalmente se ha convertido en uno de los compositores mexicanos más reconocidos y ejecutados a nivel internacional.

 
Su impulso creativo, que no tenía porqué agotarse en el arte sonoro, lo llevó a fundar Pauta, la revista mexicana impresa más seria sobre teoría y crítica musical; a escribir, a dar cursos y dictar conferencias. Tal ha sido su aporte a la cultura nacional, a través del sonido y la palabra, que tiene el alto honor de ser miembro de El Colegio Nacional y del Seminario de Cultura Mexicana.

Se puede leer mucho sobre Mario Lavista porque ya está dentro de esos libros académicos que son la referencia obligada para comprender la historia de la música en México, en cientos de textos de revistas y en la Internet; pero nada mejor que escucharlo. Hay que dejarnos guiar por este compositor a través de esos territorios que ha explorado y fascinarnos ante la fusión de un oboe y una copa de cristal vibrante (Marsias) o ante la transformación del arte abstracto de Ricardo Mazal en una pieza para piano preparado, percusiones y oboe que mágicamente nos sitúa al pie de esa “preciosa joya de nieve”, la montaña sagrada tibetana Kailash. Todo es cosa de entregarnos a los armónicos que emiten las cuerdas para percibir los Reflejos de la noche, de seguirlo a ojos cerrados hasta esos universos sutiles que ha logrado crear. Mudemos allí los oídos para que el alma retorne a su cuna. No hace falta leer más.



[Versión original de artículo publicado por Liz Espinosa Terán en la Revista Cultural Alternativas en Junio de 2016]

AUGE para Las Joyas





Pareciera que el Blvd. San Juan Bosco fuera una frontera entre León y otra ciudad conocida como “Las Joyas”. La falta de transporte urbano tiende a aislar a las familias que viven en ese polígono porque no hay suficientes rutas de autobús, ni unidades, ni calles pavimentadas para que transiten. Entonces, quienes viven allí y se quieren mover de un lado a otro de Las Joyas o caminan unos 30 a 50 minutos o toman un transporte público que tarda 1 hora en llegar a su destino porque tiene que ir hasta la base y regresar. 
Los vecinos de Las Joyas que estudian o trabajan “en León” gastan aproximadamente un 50% de sus ingresos en pagar transporte público. No hay oferta educativa ni laboral suficiente cerca de casa y esto los obliga  a comprometer mucho de sus ingresos y tiempo en trasladarse. La mayoría de los jefes de familia son obreros, trabajadores de la construcción o tienen empleos esporádicos e informales.  Hay muchos terrenos sin regularizar lo que  impide que tengan agua entubada, drenaje y electricidad.

Del otro lado del Blvd. San Juan Bosco hay varias colonias donde no hay grafiti, ni la mácula del polvo que levanta la terracería. Sus habitantes tienen un promedio de dos autos por vivienda, además del acceso a varias rutas de transporte; su ingresos constan de varios salarios mínimos más. Pareciera que es otra ciudad. El problema es que pocos miran más allá del boulevard y se dan cuenta que todos somos parte de una misma comunidad.

Admiro profundamente a las personas que comprenden que NO “es problema de alguien más”, que tener una zona de nuestra ciudad donde las personas no pueden vivir con seguridad a causa de las pandillas; sin acceso a los servicios básicos de drenaje y electricidad; y sobre todo con pocas posibilidades de desarrollo es un reto para todos los que vivimos en León. Un pequeño grupo de personas con esta consciencia social formó Autogestión y Educación Comunitaria A.C. (AUGE)

AUGE es una organización civil, es decir, de personas como tú y como yo, dedicada a la promoción de la comunidad de Las Joyas. A través de programas educativos ayuda a desarrollar las potencialidades de cada individuo y enseña a articular estas habilidades con las de los vecinos para buscar la mejoría de todos. Parten de la confianza en las capacidades y la libertad de cada persona que debe decidir hacia dónde y cuándo actuar para superar sus condiciones de marginación. Por lo tanto, AUGE tiene la mira puesta en educar a la comunidad para que sepa organizarse, trabajar en conjunto y así transformar su realidad.

Educar es para AUGE un proceso de crecimiento integral. La ruta de este proceso fue definida a partir de autodiagnósticos de los que se desprendieron 4 programas:  Educación, Salud, Cultura y Medio Ambiente. El programa de salud, por ejemplo, forma a mujeres como Promotoras Comunitarias de Salud y las capacita para identificar los problemas de salud y nutrición más comunes y responder adecuadamente ante accidentes o emergencias.

La mayoría de las viviendas en Las Joyas tienen espacios muy reducidos, eso provoca que niños y jóvenes busquen estar fuera de casa. Por ello, uno de los retos de AUGE es impulsar el proyecto del Parque Metropolitano Poniente. En el corazón de Las Joyas hay 42 hectáreas, con una hermosa presa y zona arbolada, que se podrían convertir en un parque público, lo que automáticamente dignificaría esa zona,  elevaría el nivel del vida de los vecinos y daría otro espacio saludable a todos los ciudadanos de León.

Uno de los proyectos más completos de AUGE es SONAR Las Joyas. Una  orquesta infantil y juvenil que siguiendo el modelo venezolano, busca el desarrollo de las potencialidades de sus integrantes y fomenta un vínculo sano con la comunidad a través de la música. Pertenecer a esta orquesta aleja a los niños del peligro que supone la calle, del exceso de “entretenimiento pantalla”, les da un trabajo neurológico que aviva su inteligencia, el espacio protegido del arte para manejar sus emociones y a algunos de ellos hasta les dará a futuro una profesión, si es que descubren su vocación para la música.

Sin importar de qué lado del Blvd. San Juan Bosco vivamos, los leoneses somos parte de la solución porque el desarrollo de Las Joyas es simultáneamente el la ciudad donde todos vivimos. Así que siempre podemos acercarnos a AUGE o a otras instituciones que trabajan directamente en esa comunidad y ofrecer nuestra ayuda.

[Artículo publicado por Liz Espinosa Terán para la Revista Cultural Alternativas en Junio de 2016]