viernes, 1 de julio de 2016

Libertad y cultura musical



Había una vez un hombre inmensamente rico
que vivió y murió con hambre y frío
porque su inconsciencia era aún más grande que su fortuna.


La cultura es el conjunto de respuestas que da una comunidad a las preguntas de la vida, desde ¿cómo me voy a alimentar? hasta ¿qué voy a hacer ante la muerte? De la cornucopia cultural mi fruto favorito es la música, en ella descubro varias de esas respuestas que me hago continuamente.

Muchas personas confunden las piezas musicales con un perrito faldero, creen que sirve para hacerles compañía y alegrarlos, pero francamente no creen que “Firulais” pueda responderles algo sensato a la hora de resolver una cuestión sentimental o intelectual. Viven como aquel pobre hombre rico.

Por lo general, no se encuentran esas respuestas en el arte sonoro porque no nos enseñan que podemos buscarlas allí. Lo que nos  imposibilita para cuestionarlo no es la ignorancia del solfeo, sino la inconsciencia sobre el poder de simbolizar y comunicar de la música. Música en el sentido más amplio de la palabra: a todo genero, estilo, de cualquier época o país.

Cada ejemplo musical es la manifestación sonora de la historia de un hombre que está inmerso en una sociedad y de lo que en ese momento piensa de la economía, de cómo debe ser ejercido el poder, de si cree en un Dios y cómo sería él, de lo que considera ético, lo que cree indispensable o superfluo, y lo que encuentra placentero o le parece bello. Cada pieza nos remite, si escuchamos con atención, a la pregunta que un ser humano le hizo algún día a la vida.

Desde esta perspectiva, la gran cantidad de obras ya creadas representa una gran variedad respuestas. Entre más diversas sean las fuentes de la música que escuchemos, más interesantes serán las respuestas que podamos encontrar. Si nos limitamos a escuchar lo que los medios masivos nos ponen enfrente, entonces únicamente obtendremos una visión de la vida circunscrita a los intereses comerciales de un grupúsculo.

Para escuchar la respuesta es necesario hacer algo que hoy día es una excentricidad: poner una tranquila atención a cada pieza. Trascender la inmediatez, la satisfacción pronta de la necesidad de entretenimiento y reflexionar sobre qué nos transmite eso que estamos escuchando. Imaginar una hermandad subjetiva con el autor, esa es la primera parte de la búsqueda. Para completarla es necesario encontrar quién es ese creador, cuál es su contexto, porqué compuso lo que compuso, qué pasaba en su vida, en su país: el artista y su circunstancia. El ejercicio termina cuando somos capaces de asociar nuestra historia con la historia de esa obra musical y responder  ¿Qué noticias me trae sobre mí mismo?


Buscar más allá de lo que nos ponen enfrente es un acto de consciencia y libertad, es disponer del patrimonio cultural, riqueza con la que sí contamos, para encontrar respuestas más adecuadas a la vida y satisfacer mejor nuestras necesidades.

[Versión original del articulo publicado por Liz Espinosa en el mes de Julio en la Revista Cultural Alternativas]