Ojalá que nos encandile
Vivimos inconscientes,
pensando que son nuestras decisiones las que nos mueven, nuestras razones las
que nos conducen. Somos ciegos, ingenuos que rara vez alcanzamos a percibir las
fuerzas que nos llevan a amar o a destruir. Pensamos que tenemos los pies
puestos firmemente sobre la tierra cuando vivimos suspendidos en medio del cosmos,
en una tierra que gira sobre sí misma y alrededor de un sol. No sospechamos cuanto
amor de tantos siglos se vierte sobre nuestro ser, ni a cuanto odio
sobrevivimos al llegar la noche. Pensamos que amamos a los demás, cuando es el
amor el que se apodera de nosotros para verterse en todo. Justificamos una
maldad, a la que permitimos instalarse en nuestra mente, como resultado de los
agravios y frustraciones que nos presenta la vida. Nos suponemos dueños de nuestros
actos ¡ojalá llegáramos a serlo! pero para ello tendríamos que tener una
consciencia que excede eso que la ciencia estructura, la religión dogmatiza, el
arte evoca y la ley impone. La única luz que puede hacernos un poco menos cándidos
es el amor ¡ojalá que nos encandile!
No hay comentarios:
Publicar un comentario