Existimos un tipo de personas que usamos una brújula musical
para orientar nuestra vida, somos un minúsculo número comparado con los amantes
de la música que la usan como el soundtrack de su vida: nomás los acompaña a
todos lados pero en realidad no pesa en ninguna de sus decisiones. José y yo
pertenecíamos a ese grupúsculo de embelesados al sonido, por eso nos hicimos
amigos, de hecho él fue el primero que tuve cuando llegué a vivir a León.
Cuánto agradezco su generosidad, abrirme las puertas de su
conocimiento, su colección de discos, sus libros, partituras y sus contactos musicales. En él
no había mezquindad ni los típicos celos profesionales que descalifican
venenosamente a un colega, había una persona que gozaba con toda intensidad la
música y el compartirla con quien quisiera escuchar mientras bebía una Pepsi
Max repleta de hielos. Tuve la fortuna de tener animadas conversaciones, de
sentarnos a oír música nueva, de tocar juntos, el su cello y yo mi piano, de compartir muchos momentos con amigos
comunes y con nuestras respectivas familias.
José Covarrubias estudió guitarra y violoncello, destacando
como cellista en música de cámara, amaba el repertorio para cuartetos y tenía
un conocimiento profundo acerca de ellos.
Duetos, tríos, cuartetos, pequeña orquesta… desde que lo conocí, hace 14 años, siempre
estaba trabajando en un proyecto de camerístico. Fue en dos ocasiones director
de la Escuela de Música del Instituto de Cultura de León, allí y en otras
instituciones dejó una huella enorme en sus alumnos, basta leer lo que le han
escrito en su muro de Facebook en donde todos hemos compartido un duelo virtual,
fenómeno luctuoso único de nuestro tiempo, dicho sea de paso. Además de interpretar
y enseñar, que eran sus principales actividades, también compuso música e hizo
trabajos de investigación musicológica. En sus últimos años trabajó con el
Enxamble Felipe Villanueva rescatando y dando a conocer al público la música
mexicana de cámara del siglo XIX.
Estoy segura que muchas personas compartirán el sentimiento
de agradecimiento y se sumarán a este pequeño homenaje de despedida. ¡Hasta
siempre, querido José!
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