“Cuando uno impulsa un cambio
social, político o ambiental usando sus habilidades creativas para comunicar a
través de actividades artísticas eso debe ser conocido como ARTIVISMO”
Frank
Berganza
El abuso que padecen unos cuantos nos
duele, nos enoja y nos hace vulnerables a todos. Nadie debería ser indolente a
la tragedia ajena porque es indirectamente la propia. Por eso la pasividad es
la peor de las decisiones, lo contrario: el activismo, tomar acciones concretas
para denunciar abusos, crímenes, daños al medio ambiente o restaurar y
transformar a la sociedad, es el mejor camino posible.
El activismo es un camino que se
puede transitar de mil formas, no todo son marchas, bloqueos de carreteras, peticiones
con firmas multitudinarias o huelgas de hambre: también existe el Artivismo.
Cuando se lucha por una causa social haciendo uso de una obra de arte se hace Artivismo.
El término es reciente, pero la función del arte como vehículo para generar conciencia
sobre un problema social, para gritar ¡YA BASTA! o para animar a la sociedad a
cambiar, es tan viejo como el arte mismo.
La música es poderosa: despierta,
conmueve, convence y energiza. Tiene además una enorme ventaja: no quema, no destruye, no obstruye el
tránsito de los ciudadanos y no infiere lesiones en objeto o sujeto alguno
mientras se produce; características que no siempre poseen otras formas de
hacer activismo. El Artivismo musical es completamente ajeno al vandalismo que a
veces suscitan las causas más nobles, es una manera de combatir la violencia
sin violentar a la sociedad que está harta de padecerla.
Más allá de la canción de protesta,
que sería el caso clásico, tenemos ejemplos recientes como el Premio de la Paz
de Westfalia a la Orquesta del Diván de Oriente y Occidente que dirige Daniel
Barenboim donde reúne a músicos palestinos, árabes e israelíes en espíritu de
concordia, mostrando el camino a la convivencia a través de la música. Tenemos
ejemplos nacionales como la Lacrimosa, parte del Requiem
de Mozart, que la Orquesta Filarmónica de la Universidad Autónoma de la Ciudad
de México dedicó en concierto de gala a los 43 normalistas desaparecidos de
Ayotzinapa. Café Tacvba, Zoé y otros artistas también han dedicado espacios en
sus conciertos para generar en el público conciencia al respecto; protestas de
estudiantes de la Escuela Nacional de Música, por el mismo terrible caso, en
donde se manifestaron pacíficamente cantando el simbólico coro Va,
pensiero de la ópera Nabucco. No todo es protestar, Artivismo
también es proponer soluciones a través de la música, como lo hacen las 4
Orquestas Infantiles y Juveniles con fines de transformación social que existen
en nuestra ciudad.
Una idea equívoca que deberíamos
desechar es que el arte y la democracia son cosa de artistas y de políticos: no
solo las ONG’s hacen activismo, no únicamente los músicos profesionales hacen
música, cualquier ciudadano que no desee ser víctima de un abuso o que quiera
incidir mínimamente en su comunidad para mejorarla puede hacer Artivismo
musical. Desde la cosa más simple, como compartir una canción por las
redes sociales expresando junto con ella nuestra inconformidad o nuestras
propuestas de cambio, hasta cantar a coro en una plaza pública para
manifestarse; marchar tocando música para cazuelas y garrafones, y aquí me
detengo: no hacer escándalo sin ton ni son con cazuelas y garrafones, sino con
una mínima intención musical; realizar un flashmob;
colaborar con nuestro tiempo, habilidades o dinero con las causas de desarrollo
social que se valen de la música; se pueden encontrar muchas maneras de incidir
en la realidad pacífica y artísticamente llevando la imaginación al poder
creativo y persuasivo de la música.
[Versión original del artículo publicado en Diciembre de 2014 en la Revista Cultural Alternativas]
No hay comentarios:
Publicar un comentario