Cuando de música
brasileña se trata lo primero en que pensamos es Samba, esa hija del ritmo africano
que nació en la Bahía de Todos los Santos. Imaginamos una batucada y mujeres
pletóricas de plumas y curvas que bailan al ritmo de las percusiones. Al oír
Samba el cuerpo se mueve, la boca sabe a caipiriña, la temperatura y los ánimos
caldean.
El Samba carioca nos
conduce al Bossa Nova, su afortunada reinterpretación estética, más lírica y jazzística,
de finales de los años 50. Nadamos en el río que formaron las Aguas de marzo, dejando que el canto Desafinado de Joao Gilberto y los
arreglos de Antonio Carlos Jobim nos conduzcan a un estado de relajación sabrosa
que los mexicanos no podemos dejar de asociar con las películas de Mauricio
Garcés.
Recientemente vivimos
una saturación de éste estilo por la moda ingrata de bossanovarlo todo: desde
Aerosmith hasta la cara de poker de Lady Gaga, produciendo muchas versiones destinadas
no a la posteridad sino a los elevadores. La anticreatividad: hacer de cosas
diversas una misma.
En el ámbito de la
música de concierto la referencia obligada es Heitor Villa-Lobos, quien con
justa razón figura en la historia del siglo pasado como uno de los mejores
compositores americanos. En su lenguaje musical existe una transculturación de la tradición europea
y la música folclórica brasileña, las Bachianas
Brasileiras son el ejemplo idóneo.
Vamos a alejarnos de los
anteriores lugares comunes y escuchemos una alternativa en las producciones
contemporáneas: Edson Zampronha, compositor nacido en Río de Janeiro en 1963, Doctor
en Comunicación y Semiótica en Artes, autor del libro Notación, Representación y Composición, un nuevo paradigma en la
escritura musical; profesor del Conservatorio de Música de Asturias y en
años anteriores de la Universidad de Valladolid y la Universidad Estatal de São
Paulo. Sus obras están distribuidas en más de 15 Cd´s entre los cuales destacan
dos: Sensibile y Modelagens.
Al escuchar y comparar
varias de sus obras encontraremos una diversidad de estilos compositivos, obras
que no nacen de una fórmula y que generan una multiplicidad de lenguajes. Invierno para orquesta de cuerdas, es
una propuesta retórica donde hace referencias a la obra de Vivaldi que
contrasta absolutamente con el lirismo y libertad rítmica de Curva ao Infinito, pieza para piano y
sonidos electroacústicos. De Profundis para
coro y acompañamiento de piano, es un tercer ejemplo de la diversidad de
Zampronha, donde adopta de buen agrado la tradición coral de la 2ª mitad
del siglo XX sin perder la voz propia, y
se permite usar melodías y armonías amables para cualquier oyente. Opuesta a
las anteriores presenta la serie Modelagem para diversos instrumentos, que la
única forma sencilla que encuentro para describirla es como un viaje a través
del sonido que es en sí mismo expresivo y placentero.
Declaró Edson Zampronha en una entrevista que “cambiar,
alterar o combinar de formas distintas los medios nos permite descubrir nuevas
posibilidades de creación, permite expandir nuestro lenguaje musical, utilizar
otros materiales sonoros y nuevas formas de puesta en escena”. Esa diversidad,
esa flexibilidad y ese coqueteo amable con el oyente merecen ser interrogados.
Sí, primero escuchados y después interrogados.