Entramos al teatro,
tomamos asiento, vemos cómo se levanta el telón y entonces eso que Wagner
deseaba que fuera “la obra de arte total” nos embriaga, inconscientes de las
horas, los esfuerzos y los recursos que se sumaron durante meses para que
podamos gozarla ¿Qué hay detrás de una producción operística?
Acto I: La toma de
decisiones
Alrededor de 15 meses
antes del estreno el director del teatro y su equipo deben decidir qué óperas
producirán. El primer criterio que toman en cuenta es ¿qué títulos podrán ser
más interesantes y mejor recibidos por el público al que va dirigido? De una
lista de posibilidades estudian los costos que supone cada una: dependiendo del
elenco, el tipo de attrezzo (utilería y objetos en escena) o los requerimientos
escenográficos habrá montajes que puedan o no ser pagados; hay óperas que son
muy costosas porque demandan un elenco grande, coro, actores, bailarines,
efectos especiales, varios cambios de escenografía y orquestas con instrumentos
atípicos. Además, verifican que las condiciones técnicas del teatro se ajusten
a lo que pide la obra, por ejemplo: que el foso sea capaz de albergar a la
orquesta enorme requerida en algunas óperas. Necesitan tomar en cuenta que el presupuesto
quede equilibrado con todas las producciones del año. Estudian cuáles serían
los solistas ideales que, por su perfil dramático y vocal, podrían interpretar
a cada personaje y a cuánto se eleva el gasto de contratarlos. Después de
sopesar cuidadosamente todos los costos quedan establecidas qué producciones
realizarán la siguiente temporada de ópera.
La segunda decisión
trascendente es ¿quiénes serán los responsables creativos: el director musical
y el director de escena? Es necesario un conocimiento profundo de la ópera
elegida: en qué contexto fue hecha, si es seria o bufa (comedia), qué estilo musical
tiene, por ejemplo: si es barroca o romántica. Cada obra necesita de un
especialista musical y de escena diferente. Acordes con la trayectoria de los
candidatos se elige a aquellos que por su pericia en los temas y estilos la puedan
llevar a buen término y en congruencia con las directrices propuestas por el
teatro.
Acto II: La Preparación
intelectual
Aproximadamente con 10
meses de anticipación los directores del teatro, de orquesta y de escena
intercambian ideas sobre la realización de la ópera, deciden qué tipo de edición
de partituras habrán de usar; los cortes (partes de la pieza original que no se ejecutarán);
qué tamaño y tipo de orquesta requerirán; qué recursos técnicos serán
necesarios; qué elementos simbólicos se desprenden del libreto y cómo
presentarlos al público para que los comprenda claramente; y el gran reto de
cada producción: ¿Cómo ser fieles a la concepción original del autor y a la vez
hacer una propuesta contemporánea y verosímil?
Una vez perfilado el
tipo de puesta en escena buscan a los colaboradores creativos para llevarla a
acabo. Entonces entran en acción el escenógrafo, el iluminista, el vestuarista,
el coreógrafo -si hay escenas con baile-, un diseñador de maquillaje y peinado
que hará propuestas de caracterización y un asistente de dirección que ayudará
al director de escena a cohesionar el trabajo del equipo.
Entre todos ellos desarrollan
un trabajo creativo apoyados por storyboards, maquetas, bocetos, muestras de
utilería, telas, materiales y figurines. Eligen la paleta cromática (qué colores
usarán en escenografía, vestuario e iluminación con fines estéticos) y
van detallando la producción hasta el punto en que pueda ser explicada a los
intérpretes musicales y ejecutantes técnicos. Simultáneamente solistas y
coristas por separado comienzan a estudiar sus partes unos 4 meses antes del
estreno.
Acto III: Los ensayos
Hay diversos tipos de
ensayos con diferentes objetivos, la
mayoría se realizan durante el periodo más intenso de trabajo: un mes antes de
presentarse al público.
El director musical
hace un primer ensayo con apoyo del piano en donde establece los parámetros de
la interpretación de la música, por ejemplo: el estilo (forma de ejecutar de acuerdo con la
época de composición); el pulso (velocidad); la dinámica (variaciones de
volumen); las articulaciones (formas de emitir el sonido) y
fraseos (forma
de conducir la línea melódica); para que todo el mundo tenga claro cuál
es la forma de interpretar su parte.
Los ensayos
de escena comienzan en una maqueta donde se estudian los movimientos
escénicos cuadro por cuadro. Luego, se pasa al salón de ensayos donde se va
integrando la gestualidad y el movimiento; la actuación y el canto; allí se establece dónde se van a parar los
cantantes o por donde van a entrar y salir.
Después, en un ensayo
técnico y musical, se determina el guión de traspunte que se escribe
sobre la partitura e indica con precisión a los técnicos del teatro los movimientos
que tienen que hacer: cuándo mover el telón, los carros (partes de la escenografía
que se mueven con ruedas), los trastos (partes de la escenografía que son
elevadas) y qué luz entra en cada momento. Hay un encargado de traspunte
que durante la función coordina todos los movimientos técnicos basado en este
guión.
Unos 10 días antes del
estreno se lleva a cabo el ensayo general a piano que reúne a
todos en el escenario: cantantes, coristas y actores; se usa buena parte de la
escenografía, incluso algo de utilería, se hacen movimientos de escena, se prueba
y detalla la iluminación y se corrige la paleta cromática. Ayuda a todos los
involucrados a entrar en contacto con el espacio, a pulir el guión de traspunte
y a ver la realidad que sólo puede apreciarse en el escenario.
El trabajo orquestal es
independiente de los cantantes y del movimiento escénico hasta finalizar el ensayo
general a piano. Se integra en lo que se conoce como ensayo
a la italiana. La orquesta, ya en el foso, ensaya junto con el coro y solistas que están
sentados sobre el escenario, allí se cohesionan todos los factores musicales:
se cuida el balance (el nivel adecuado de volumen entre la orquesta, los
cantantes y el coro), la dinámica, la acústica y -si hay- los coros u
orquestas internas (partes corales u orquestales que se emiten detrás del
escenario). Su objetivo es perfeccionar la interpretación musical no la escénica.
Cuando lo musical ya
está perfectamente integrado es necesario volver a coordinarlo con lo escénico:
corregir los trazos, afinar los detalles de iluminación, dar los últimos ajustes al vestuario y cuando
todo esta en su lugar, 1 o 2 días antes de la primera función, se realiza el ensayo
general que es la presentación de la ópera con todos los elementos,
como si estuviera el público pero ante una sala vacía.
Así concluye el proceso
en el que cientos de personas, grandes esfuerzos y una fuerte inversión de
recursos materiales se sumaron durante meses para que nosotros simplemente nos
sentemos en el teatro, veamos cómo se levanta el telón y gocemos la ópera.
Mi agradecimiento a Alonso Escalante, Director del Teatro del
Bicentenario,
y a Vicente Hinojosa por las entrevistas en las cuales se basó este
artículo.